El amargo menosprecio

                  El amargo menosprecio

Siempre fueron novios.Desde niños habian jurado
casarse, haciendo una parejita muy seria con la
dulce expresión de un idilio bien avenido. Asi llegaron
a preludiar las bodas del buen amor, recibido como
una herencia; una plácida aventura que les pertenecía
por igual que la vida y la mies de su patrimonio.
Ella era muy despierta, muy hacendosa: una mujer de su casa; de regular estatura, grande de corazón, denunciando en su rostro un
aire de gracia plácida y suave. El, bien morocho,  fuerte y varonil, se destacaba por su acrisolada honradez, consecuente con la función delicada
de su empleo público.
Sucedío que un día necesitaron hacer algunas compras en vísperas del gran
acontecimiento, y Alicia se trasladó a la capital con su madre: las acompañó
Jorge muy alegre y ufano.
En una de las vueltas que dieron por la ciudad dijo el novio:
- Ahora que me acuerdo, yo tenía que visitar a mi tío: me lo encargó mucho
mi padre.
- ¿Acaso vive por aquí ?- preguntó Alicia.
- Sí, en esa casa de grandes balcones.
- Observo que en el segundo piso hay una joven- señaló la muchacha- ; ¿será
tu prima?
- Tal vez, yo casi no la conozco, cuando hube venido últimamente, ella estaba en el colegio.
Luego de cambiar Alicia y su madre breves palabras, le propusieron a Jorge
que cumpliera con su mandato, mientras ellas lo esperaban en un banco de 
una plaza cercana, confundidas entre los paseantes que ya acudían a poblar
los jardines.
Aceptó el novio la propuesta, y mientras encaminábase hacia la casa de su tío, se retiró del balcón la señorita dejando caer una cortina sobre la ventana.
Minutos después aquella joven elegante y harmosa decíale a su primo:
-No sé por qué comprendí que eras tú el desconocido que miraba tanto para
arriba. Y me estuve riendo al verte con ese par de antiguallas, ¿de donde las
has sacado?...Al parecer no te quieren soltar; mira,alli te esperan, asómate...
A través de la cortina, Beatriz, divertida y burlona, le enseñaba a Jorge el
banco donde aguardaban Alicia y su madre.
Séntiase el mozo subyugado, sorprendido por la niña insinuante y habladora, que lo recibía con extremada cordialidad y lo azoraba mirándolo a los ojos con pérfida intención, siempre preguntona, si aceptar las respuestas del primo.
- ¿Es cierto que te casas?...¿Es muy linda tu novia?
Jorge, confundido, silabeó apenas:
-¡Bah!... mi novia...
Y la damisela, con maligna sonrisa, añadió:
-No será tan anticuada y rancia como esa de ahi abajo, ¿verdad?
Temeroso de su prima, repuso el muchacho cobardemente:
-No...
-¡Ah... bueno! Es que yo no quiero vincularme con gente ridícula.
Sonreía Jorge bajo el agobio de una gran confusión; incapaz de sustraerse al 
imperio de la joven, mientras ella celebreba la cándida sonrisa de aquel primo morocho y guapo que comenzaba a devorarla con sus ojos plenos de
asombro.
Beatriz pensó divertirse con Jorge, y lo exhortó a quedarse aquella noche.
Sus padres regresaban de una breve excuesión y se alegrarían mucho de
encontrarlo allí. Habia pensado que juntos se divertirían muchísimo; irian
al cine, al teatro, alos bailes, etc.
-Vamos, ¡quédate!
El mozo fascinado a la voz acariciadora y a los ojos apremiantes, adujo en señal de disculpa:
- Pero, es que están ésas ahí...
-¿Esas? - dijo Beatriz prontamente.- Serán de tu pueblo, ¿verdad?  Me imagino, un compromiso; yo lo arreglaré todo. Les diré en tu nombre que
papá no está en casa y que necesitas esperarlo; que lamentas mucho no
poderlas acompañar.
- Es...que...debo decirte...
- Nada, nada; corre de mi cuenta; ahora mismo bajará Isabel.
Segundos después bajaba la doncella, con llamativo uniforme negro y delantal blanco.
Alicia y su madre tardaron mucho en comprender lo que la doncella les decía.Sin embargo, no pudieron menos que dirigir sus ojos hacia los balcones del segundo piso, sin ver más que una cortina de tul echada sobre la ventana.
Media hora más tarde, y mientras el tren iniciaba la marcha de regreso, madre e hija se encontraron atónitas, maquinales, con la rarísima sensación
de ignorarlo todo en la vida.
El viaje fué terrible, algo así como una pesadilla; el tiempo un martirio oscuro y silencioso. Al día siguiente, llegó Jorge a la aldea.
Lejos de presentarse a su novia, humillado y contrito, y habiéndose enfrentado cara a cara con Alicia, pensó acerbamente: " Es una mujer antigua; carece de atractivos, no me gusta".
Ella comprendió entonces la amargura del menosprecio y bajó sus ojos humedecidos en las lágrimas, segura de su desdicha, buscando con mudo
extravío las raíces de aquella desilusión.
Y hoy, a la distancia de muchos años, Alicia no encuentra, no descubrew otra cosa que la sonrisa frívola de una mujer rubia asomando a través de una 
cortina de tul.
Ignora cómo pudo aquello suceder; se ha quedado aislada con sus dudas
atroces, llorando a ratos la ruptura para siempre de su dulce y tranquilo 
hogar.

                                                        Nélida Mercedes Grispo


Es curioso en 91 añois que vivió mi tìa nunca supe que hubiera escrito algo,
ahora después de su muerte revolviendo papeles encuentro esto y para mi 
es muy importante compartirlo, lo hago a su memoria.

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